Dios envió una vez un hombre a Judea, el cual gritaba a todos: “Arrepiéntanse, prepárense, que el Señor está al venir.” Su nombre era Juan el Bautista. El mundo yacía en tinieblas; no estaba preparado para recibir a Jesucristo. ¡Pero Dios no estaba esperando que el mundo se preparara para El! Dios tenía un ardiente deseo de que el hombre supiese cómo era El en realidad, y estaba ansioso de tener a alguien en la tierra a quien El pudiera señalar y decir: “Este es como Yo.”
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