Si Jesús debe realmente ser ejemplo en Su humildad, necesitamos entender los principios en que eso es basado y en los cuáles encontramos el terreno común en lo cual andamos con Él, y por lo tanto, nuestra semejanza a Él debe ser alcanzada. Si debemos realmente ser humildes, no solamente delante de Dios, pero también delante de los hombres, si la humildad debe ser nuestra alegría, tenemos que ver que ella no es sólo la marca de la vergüenza causa del pecado, pero, independientemente de todo pecado, humildad es estar revestido con la propia belleza y bienaventuranza del cielo y de Jesús.
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